Quise usar este título
para esta entrada porque para mí hace referencia a la dualidad de su
protagonista, Erika, a lo que esconde. Por un lado, su personalidad se desdobla
dejando ver a una profesora en sus cabales, delicada, que sigue las reglas de
una sociedad sin falta alguna, lo que se podría decir una persona “normal”.
Pero por otro lado, Erika lleva una “segunda vida”, el lado oscuro de los
deseos donde da rienda suelta a sus fantasías, a su maldad, donde surgen
antivalores como los celos, la envidia, la lujuria, pero no juzguemos
precipitadamente, debemos estudiar a fondo su vida para comprender:
El desesperado, de Gustave Courbet
Soledad, rencor, odio,
asco de su vida, un cóctel de sentimientos, un grito apagado, una catarsis que
se ahoga porque no se puede desahogar, el sin fin de deseos, sentimientos,
pensamientos que se deben reprimir simplemente porque se debe ser perfecta, ser
como su madre quiere que sea. Así es la vida de Erika, el personaje que da vida
a la historia de la novela La pianista. Un titulo un tanto cruel puesto que
Erika es una pianista fracasada convertida en una profesora de piano.
Erika, una pobre
desdichada que no vive su propia vida sino la vida de alguien ajena a ella, una
vida “creada” por su madre que la amoldó a su acomodo y la manipula a su
antojo.
¿Qué escapatoria tiene
Erika para su vida o, mejor aún, para su muerte en vida? ¿Cómo escapar de su
asfixiante madre? Simplemente no hay salida, su progenitora la controla, le vigila
cada uno de sus movimientos, la ropa que debe vestir, lo que debe hacer, se
siente el ahogo cuando la llama constantemente para averiguar sobre “su niña”,
sí, con el adjetivo posesivo, porque eso es Erika para su madre, un objeto más
de su posesión. Y niña porque a pesar que Erika esta por sus treinta, duerme
con su madre, además de depender de ella emocionalmente.
La infeliz profesora de
piano no se siente capaz de llorar, de mostrar sus emociones, de comunicar sus
sentimientos, su educación fue una en la que se garantizó que ella no se
rebelara, por eso, Erika sufre en silencio, se auto flagela, se lastima su
cuerpo, pero no siente dolor.
Me pregunto cuántos
Erika y cuántas Erika hay por ahí en el mundo, sobreprotegidas de sus madres y
por qué no, también de sus padres. Gente que en su niñez y a lo largo de su
vida no tienen la oportunidad de desarrollar su personalidad libremente, sino
que vive a la sombra de sus padres bajo un dominio indeseado.
Hola Lorena... El tema es particularmente interesante, algunas personas no solo pueden vivir a la sombra de los padres, también pueden existir seres con los que se comparan y tratemos de imitar o superar...
ResponderEliminarAlgún día me gustaría tener la oportunidad de leer el libro.
Gracias por tu punto de vista... hasta la próxima...